Todos vivimos una explosión de absurdos y contradicciones que nos hacen fascinantes. Todos somos un cómico y dramático desastre de novela, unos egocéntricos que nos resentimos con la realidad en que vivimos porque hemos sido marcados profundamente por nuestra infancia, y por relaciones (buenas o malas) que se quedan en nuestros corazones de por vida. Pero, a la vez, y a pesar de todo, somos unos seres sensibles y divertidos. Eso es Bojack Horseman: una serie animada de Netflix sobre un caballo que se contenta con utilizar el absurdo que todos llevamos dentro, pero combinado con una sensibilidad ante las cosas más simples de la vida que lo llevan a cometer todo tipo de locuras.